La narración oral y el cuento literario

En esta entrada me gustaría añadir algo quizás olvidado, y es el hecho que muchos cuentos literarios, sean para niños o adultos, nacen o tienen sus raíces en la tradición popular. Existe una simbiosis entre el cuento de tradición oral y el cuento literario en la literatura española y en otras muchas literaturas.

Los cuentos de tradición o transmisión oral se pueden clasificar atendiendo a la edad de los receptores, así les tenemos para niños, jóvenes y adultos. Se consideran cuentos populares y a lo largo de la historia han ejercido gran influencia sobre el cuento literario. Los cuentos populares o de tradición oral carecen de autor reconocido, se trasmiten en el tiempo por oradores o actores que van dejando sus aportes y variaciones o añadidos a base de reconstruir la historia una y otra vez ante un público ávido y deseoso de escuchar.

<<Los años pasan y son tantas las veces que he contado la historia, que ya no sé si lo recuerdo de veras o si solo recuerdo las palabras con que la cuento.>> (José Luis Borges)

Los cuentos para los menores, tienen una finalidad eminentemente lúdica, ya que se pretende con ellos entretener, jugar, hacer reír e incluso adormecerles. Su manejo formal tiene cierta complejidad y los actores pueden ser indiferentemente animales o personas.

Los cuentos o historietas para jóvenes, deben de llevar una carga educativa importante, quizás una moraleja, una conclusión que pueda ser objeto de reflexión del adolescente, es decir, de aquellos que están en ebullición y en plena formación de su personalidad.

<<Los humanos no somos problemas o emociones, sino historias; nos parecemos menos a las cuentas que a los cuentos.>> (Fernando Savater. “El valor de educar”)

La narración oral y la lectura en voz alta, aparte de entretener, ayudan a disfrutar oyendo la voz de alguien, bien la del autor, bien la del pueblo, que llega hasta nosotros y es capaz de estimular nuestra mente, crean vínculos de afectividad, que contribuyen a la felicidad personal de los receptores y que, desde el punto de vista psicológico, pueden ayudar a formar personalidades equilibradas:

<<Un cuento leído en voz alta y escuchado entrañablemente conmociona nuestro cuerpo, lo involucra, lo aviva, lo pone en juego.>> (Teresita Zapata Ruiz, colombiana, Dra. en Filosofía y Ciencias de la Educación, por la U de Valencia)

Los cuentos de tradición oral y los cuentos literarios son un medio excelente, no solo de transmisión, sino de afirmación cultural y pueden servir de base para erradicar actitudes racistas y potenciar valores positivos.

En otro post o entrada me gustaría seguir con el cuento, en particular con los de García Márquez, del que conservo en mi biblioteca todas sus narraciones en una edición bogotana excelente de la Editorial Norma del 2007. Pero es o será en otra ocasión.

<<Y va de cuento

por si acaso miento.

No diré verdad,

pero de cuento va>>

Un ejemplo de narración oral

La versión del “Cirquero” que aquí narro, es adaptación mía de un cuento que escuché narrar, brillantemente, en la sala de usos Múltiples del Teatro Calderón, el 18 de marzo del 2003, a José Víctor Martínez Gil, mexicano, narrador oral, cuentacuentos.

El cirquero

Esta es la historia de un cirquero que pese a su profesión no tenía un circo donde poder ejercerla. Así que una buena mañana salió decidido a solucionar su problema. Pasó junto a la orilla de un río dónde una lavandera extendía junto al verde unas grandes sábanas que acababa de lavar.

  • Buena señora, -la espetó-, la importaría prestarme todas esas sábanas, con ellas podría levantar la carpa de mi circo
  • Claro, por qué no, le contestó ella.

Así que el cirquero ya podía levantar la carpa de su circo, pero esto era insuficiente, no tenía a nadie para actuar en su interior, así que al ver a una señora portar una columna de platos,  pensó que podría servir y la dijo

  • ¡Eh! Señora, qué le parece si se viene a mi circo, así podría hacer de malabarista con tantos platos
  • Bueno, por qué no, así servirán para hacer feliz a los niños.

Pero como quiera que un circo necesita de más aportes, viendo a un hombre que portaba unas varas largas pensó que su circo necesitaba un equilibrista.

  • ¡Señor, sí, vd!, qué le parece si se viene con nosotros a mi circo, podría hacer de equilibrista.
  • Claro, claro, qué buena idea, siempre me gustó el circo– le contestó.

Feliz con todas sus nuevas incorporaciones, al cirquero le asaltó una duda.

  • ¿Podrá tener éxito mi circo sin animales?, -pensó– a lo mejor no, necesito muchos animales que den animación a mi circo.

Metido de lleno en estos pensamientos estaba, cuando en el camino se encontró con una niña que portaba un gatito precioso

  • Niña, -le dijo– tienes un gatito muy lindo, ¿te gustaría formar parte de mi circo?
  • Sí, bien, qué bonito, ¡yupi!– le contestó

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Pero hacían falta más y más animales, sin duda. Por el camino se cruzaron con un niño que corría tras un patito, al verle no lo dudó:

  • Niño, -le dijo– ¿te gustaría que tu patito formara parte de mi circo?
  • Sí, yo iría con él para amaestrarle y enseñarle a hacer piruetas

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Y un patito que hacía:

  • Cuá, cuá

Iban todos felices a dar una función en un pueblo cuando pasaron cerca de un gallinero, dónde una señora tenía un esbelto y presumido gallo

  • Su gallo es muy bonito, señora, -la dijo-, seguro que haría un buen juego en mi circo,  
  • Claro, vayamos todos al circo– le contestó. 

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Un patito que hacía:

  • Cua, cua

Y un gallo que hacía:

  • Qui qui ri quiii

Cuando abandonaban el pueblo donde habían dado su primera función y camino de las montañas, sucedió que se encontraron con un vaquero quien cuidaba una vaca. Esto es lo que necesito para completar mi circo, pensó el cirquero, así que le dijo al vaquero:

  • Buen hombre podría venirse con nosotros y traer su vaca, tenemos un gran circo dónde se necesitan muchos animales, grandes y pequeños, y no tenemos aún ninguno tan grande como esa hermosa vaca.
  • Sí, buena idea, ya me aburría yo de tanto ver pastar a la vaca– le contestó

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Un patito que hacía:

  • Cua, cua

Un gallo que hacía:

  • Qui qui ri qui

Y una vaca que hacía:

  • Muuu

Iban todos en camino cuando a la puerta de un pueblo les salió un perrito ladrando:

 –   Guau, guau,

Le seguía un niño con pantalón corto y una pelota de fútbol:

  • Ven Junior ven, ¡Junior! –le chillaba al perrito

El cirquero no desaprovechó tan oportuno lance para proponer al muchacho la incorporación de ambos al circo, al mozalbete le pareció una buena idea, siempre que pudiera seguir jugando al fútbol, a lo cual todos los demás asintieron.

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Un patito que hacía:

  • Cua, cua

Un gallo que hacía:

  • Qui qui ri qui

Una vaca que hacía:

  • Muuu

Y un perrito que hacía:

  • Guau, guau

Pero no acabó con el perrito la incorporación de fauna para el circo, porque en uno de sus viajes se encontraron con un pastor y sus respectivas ovejas. Así que los integrantes del circo decidieron, después de duras negociaciones con el pastor, incorporar al plantel una de sus ovejas.

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Un patito que hacía:

  • Cua, cua

Un gallo que hacía:

  • Qui qui ri qui

Una vaca que hacía:

  • Muuu

Un perrito que hacía:

  • Guau, guau

Y una oveja que hacía:

  • Béee, béeee

Al cirquero, que estaba orgulloso de todos sus personajes, le sorprendió un niño que portaba una tortuga muy grande y decidió que el circo no podía prescindir de tan singular animal, que como ellos, llevaba su casa a cuestas. Convenció al muchacho para que formaran parte de la “troupe” circense.

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Un patito que hacía:

  • Cua, cua

Un gallo que hacía:

  • Qui qui ri qui

Una vaca que hacía:

  • Muuu

Un perrito que hacía:

  • Guau, guau

Una oveja que hacía:

  • Béee, béeee

Y una tortuga que hacía:

  • (  ………. )    (Aquí se provoca la carcajada de los asistentes en la narración oral)

No contento con la tortuga decidieron quedarse con el pez y la pecera que una rubita preciosa llevaba entre sus bracitos

Así que el cirquero ya tenía un gato que hacía:

  • Miau

Un patito que hacía:

  • Cua, cua

Un gallo que hacía:

  • Qui qui ri qui

Una vaca que hacía:

  • Muuu

Un perrito que hacía:

  • Guau, guau

Una oveja que hacía:

  • Béee, béeee

Una tortuga que hacía:

  • (  ………. )

Y un pececito que hacía:

  • Glu, glu,….g..glu..gg

Colorín colorete por la chimenea sale un cohete……. y la puerta: ¡diecisiete!

Miguel San Millán 2023

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